Nos alarmamos ante los insultos racistas (como debe ser), pero nadie se acuerda de los árbitros

Violencia en los campos de fútbol

Martin Luther King: «Tengo un sueño, ir con mis sobrinos a ver un partido de fútbol y no tener que avergonzarme de las faltas de respeto de unos seres humanos hacia sus semejantes».

Insultos en el fútbol | Soy árbitro de fútbol adscrito a la Delegación de la Costa del Sol (Málaga). Me considero deportista y amante del deporte; eso sí, del auténtico deporte. He oído muchas veces que el deporte es sanísimo, que encierra grandes valores, que genera convivencia y respeto. Estoy de acuerdo en que eso es el auténtico deporte, el ideal.
Debuté como árbitro el 29 de enero de 1994. Desde entonces, he sido insultado gravemente en innumerables ocasiones; he sido amenazado (incluso de muerte); he sido golpeado; me han escupido; me han roto el coche (era de uno de mis árbitros asistentes, para ser exactos); he salido escoltado por las Fuerzas de Orden Público como si fuese un delincuente; he visitado hospitales y juzgados; incluso he temido por mi vida en algunas ocasiones.
No creo que podamos decirles a las generaciones futuras que eso es deporte; que nos hemos acostumbrado a aceptar como algo normal e inherente al propio juego el hecho de perder el respeto debido a toda persona, también al árbitro, por supuesto.

Ha llegado el momento de frenar lo que supone una violación continuada del espíritu deportivo, de los Derechos Humanos

Nos echamos las manos a la cabeza ante los insultos racistas (como debe ser), pero nadie se acuerda de los árbitros. Como diría el gran Martin Luther King, “tengo un sueño: ir con mis sobrinos a ver un partido de fútbol y no tener que avergonzarme de las faltas de respeto de unos seres humanos hacia sus semejantes» (porque los árbitros y los jugadores también son seres humanos, que nadie lo olvide).
Mi pasividad y silencio ya no volverán a ser colaboradores de esta triste realidad. Por eso yo, desde hace varias jornadas, ante de comenzar mis partidos comunico a delegados y entrenadores que lo más importante es que no se pierda el respeto a nadie. En consecuencia, si algún espectador no cumple esta norma fundamental de convivencia, trataré de que la situación vuelva a la normalidad; pero si eso acaba resultando imposible, decretaría la suspensión definitiva del encuentro.
Animo a todos a que procedáis de la misma manera. No creo que podamos hacer un regalo mejor al deporte que el hecho de que vuelva a ser eso: deporte.