El destino de Luka Modric ha sido el de ser uno de los mejores futbolistas del mundo; hay cosas que ni la guerra más cruel puede cambiar.
Luka Modric es un jugador de fútbol croata que milita actualmente en el Real Madrid. Su otro equipo, como no, la Selección Nacional de Croacia, que tan buen papel ha desarrollado en el finalizado hoy Mundial de Rusia 2018; en el que Modric ha sido acreedor del “Balón de Oro”, por ser considerado el mejor jugador del torneo.
Centra su juego en todas las parcelas centro del campo, principalmente como volante central; destaca su notable visión de cualquier jugada y la precisión de sus asistencias. Con el Real Madrid ha conquistado trofeos tan prestigiosos como la Supercopa de España, la Copa del Rey, la Liga y la Liga de Campeones.
Es miembro del FIFA Century Club por haber disputado más de 100 partidos internacionales con su selección.
Luka Modric, entre cabras y la crueldad de una guerra
Luka Modric nació en una familia humilde. Su infancia transcurrió en parte ayudando a su padre a pastorear animales en Velebit, una montaña de Croacia. Esta abrupta cordillera se caracteriza por la presencia de innumerables manadas de lobos.
En 1990, Pavle Balenovic, un estudioso de los animales y la naturaleza grabó un vídeo en el que ni se imaginaba su trascendencia. Y no por las imágenes de lobos, sino porque durante unos segundo aparece el niño Luka Modric, con poco más de 5 años, con su padre Stipe Modric, cerrando un rebaño de cabras en el corral de la casa en la que vivían. Atentos al minuto 2:29 de este vídeo en el que aparece Modric y su padre.
Un año después, su padre, como muchos croatas, tuvo que participar de manera activa en la Guerra de los Balcanes. Luka sobrevivió entre aviones, bombas, balas y muertes. Mientras el padre combatía por la independencia de su país; Jasminka, la madre, se las ingeniaba para cobijar cada día y salvar de la tragedia al pequeño Modric y a su hermana de tan sólo un año.
Luka empezó a tocar balón con 10 años en Zadar. Pronto dejó entrever sus facultades y talento encerradas en un cuerpo más bien enclenque
Tenía 10 años y ya iba a una escuela de fútbol en Zadar. Luka vivía ya sólo para el balón. De ahí, a ser considerado hoy uno de los mejores jugadores del mundo y tener una posición social y familiar tan distinta a aquella que tuvo que sufrir de niño entre cabras y guerra.