En el fútbol base se sigue premiando la mediocridad en lugar de la excelencia

Fútbol base

Hay mucho padre infeliz que desahoga su frustración proyectándose en su hijo

Recuerdo un partido de fútbol base del año pasado, de categoría alevín, es decir de 10 y 11 años, el CD Serranos derrotó al Benicalap C por un contundente 25-0. Fue tal el revuelo formado tras la soberana paliza que los directivos del equipo vencedor tomaron la decisión de despedir al entrenador. Consideraron que humilló al rival, y que no supo gestionar la situación. Aseguraron que la principal misión del club es educar en valores y, por tanto, el respeto al equipo contrario es fundamental y no pueden aceptar esa actitud. El entrenador se defendió aduciendo que incluso mandó a su equipo que no presionara, pero que el equipo rival carecía de cambios, lo que propició que dejara muchos espacios, facilitando la goleada final.
Como es lógico, a estas edades, siempre hay goleadas escandalosas. Desde las diferentes federaciones de fútbol se plantean varias soluciones. Detener el marcador cuando alguno de los dos equipos llegue a diez goles de diferencia. Así los niños siguen jugando por el mero placer de realizar su deporte favorito, despreocupados del marcador. Otros proponen no publicar los goleadores… Aunque no todos están de acuerdo. Hay padres que quieren que sus hijos sigan figurando como los pichichis de sus respectivas ligas. Ya sabe que hay mucho padre infeliz que desahoga su frustración proyectándose en su hijo. A lo mejor, si él hubiera entrenado duro en su niñez, hoy sería ese campeón que anhela en casa. No es problema sencillo como ve.

Hay que enseñar a ganar y a perder. Se puede enseñar respeto al rival goleando. Y también se puede humillar al rival con un irrisorio 1-0

De cualquier forma. ¿Humilló el vencedor al vencido? ¿Por qué? ¿Por realizar su trabajo bien? A lo mejor es más humillante para el rival que el otro equipo juegue a medio gas para no golear. Lo digno del deporte es dar el máximo. Claro que hay que enseñar a ganar y a perder. Se puede enseñar respeto al rival goleando. Y también se puede humillar al rival con un irrisorio 1-0. Los que están a favor de despedir al entrenador, ¿qué mensaje están transmitiendo a sus hijos? ¿Que no se esfuercen? ¿Que el día de mañana no estudien mucho en el cole, o en la universidad, o incluso en la oposición para no humillar a sus compañeros? ¿Quieren que en sus trabajos no se esfuercen? ¿Alguien en su sano juicio piensa que Steve Jobs fue un abusón? ¿Rafa Nadal no debería ganar más torneos? Es una nueva ridiculez de los posmodernos trasnochados por pretender una igualdad ficticia. Empieza a causar hartazgo que se siga premiando la mediocridad en lugar de la excelencia.