El ‘VER’ del que hablo es ‘Valores Éticos Reconocidos’ (o, al menos, que deberían ser reconocidos).
El VAR en el fútbol (Video Assistant Referee, Árbitro Asistente de Vídeo) me parece una herramienta útil para ayudar a que decisiones importantes se ajusten a lo que realmente ha ocurrido en un partido. Pero yo quiero hoy escribir a favor de otra herramienta mucho más poderosa: el VER.
Con él no me refiero a que los árbitros siempre vean lo que ha pasado; por mucho que sean profesionales, los que hemos arbitrado conocemos la extrema dificultad de dicha labor; y lo fácil que es equivocarse; como se equivocan los jugadores al rematar, al despejar o al hacer un pase). El VER del que hablo es «Valores Éticos Reconocidos» (o, al menos, que deberían ser reconocidos).
El VAR en el fútbol es estupendo para los fueras de juego o los goles fantasma, por ejemplo; es decir, para situaciones sobre las que los propios jugadores tienen dudas evidentes y comprensibles. Pero en muchos casos el VAR podría descansar y dejar paso al VER. Porque, si realmente los clubes y aficionados exigiéramos a los jugadores actuar con honor; que debería ser lo lógico y habitual en una sociedad en la que la ética tenga su peso; no haría falta ninguna repetición televisiva para saber si el delantero ha marcado con la mano o se ha dejado caer en el área rival; bastaría con la palabra del propio atacante (bueno, si es que eso de la palabra sirve para algo, que yo creo que sí).
En el fútbol, como en la vida, no vale todo para ganar.
Por cierto, si el jugador no actuase con honor, además de la condena por parte de su propios club, afición, medios y sociedad en general, la Federación debería imponer una severa sanción a quien claramente miente, como forma de hacerlo pensar y lanzar un mensaje esperanzador de amor por la verdad, la justicia y la ética.
Es más, hay formas de ganar que realmente son mucho peores que perder. Si queremos que los chavales del fútbol base se enamoren de los valores que queremos que edifiquen sus vidas (y no me refiero solo al ámbito futbolístico, por supuesto); tenemos que mostrarles el camino; el buen camino, digo.
Al fin y al cabo, un fútbol mejor, una educación mejor y un mundo mejor deberían ser nuestros títulos más deseados y valorados. ¿O no?