Eduardo Galeano: «El fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable»

Eduardo Galeano. El fútbol a sol y sombra

«El fútbol a sol y sombra», la mejor píldora literaria de fútbol de Eduardo Galeano

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber

Eduardo Galeano. El fútbol a sol y sombra | El libro consiste en una sucesión de textos breves, de sólo dos o tres párrafos en los que se cuentan historias o se hacen reflexiones dulces y llenas de sentimiento sobre fútbol, pero que con frecuencia van más allá del fútbol. Pequeñas píldoras de la literatura sencilla y profunda de un Eduardo Galeano magistral. En definitiva, un libro que te engancha a leer y leer una página tras otra con una sonrisa en los labios.
Este libro rinde homenaje al fútbol, música en el cuerpo, fiesta de los ojos, y también denuncia las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo.

El fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.

En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.

El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía.

Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.

 

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